CAPITULO 7.-
A.- LA CAPACIDAD DE EJECUCIÓN.-


Si bien acostumbramos a volver la vista a nuestras escuelas públicas para desenvolver la mayor parte de nuestra capacidad específica relacionada con el proceso de aprender, el maestro de escuela dominical debe estar siempre preparado para ayudar a sus alumnos a adquirir destreza o mejorar la que tengan.

Además, hay tipos de destreza que se pueden ejercitar de modo especial en la escuela dominical, entre los cuales ocupa preferente lugar la facilidad en el manejo de la Biblia. el alumno debiera aprender, desde los albores de su vida, a recurrir a ella como a la fuete principal de su instrucción e inspiración religiosa, debería asimismo alentarse a observar la práctica de citarla. Y tan familiar debe serle, que pueda hacerlo con prontitud y fidelidad.

Y aunque el maestro no debe apresurarse a desarrollar y perfeccionar esta maestría antes de ocuparse en otras actividades estudiantiles y de que el discípulo se percate de la necesidad de usar la Biblia, debe, no obstante, prestarle mucha atención, a medida que esa necesidad se presente.

Además de la práctica en el manejo de la Biblia, para poder citarla cuando la necesidad se presente, habrá que brindarle al alumno frecuentes oportunidades para hacer ejercicios especiales, a fin de cultivar la presteza y la exactitud. Por regla genera, esto puede hacerse eficazmente en las clases intermedias. Sin embargo, si los alumnos de mayor edad se mostrarán inhábiles para manejar la Biblia, deberá el maestro, con tacto, inducirlos a ejercitarse en su manejo, hasta adquirir la indispensable destreza.

Como todo el mundo sabe, una concordancia bíblica presenta por orden alfabético ciertas palabras claves, que ocurren en los pasajes escriturales, con las indicaciones de los lugares donde éstos se hallan. Y así, cuando un alumno quiera buscar determinado pasaje, bastará recordar alguna palabra del mismo, luego la busca en la concordancia, y en esa forma hallará en la Biblia el pasaje que busque.

Las Biblias para maestros, poseen una concordancia algo reducida, pero puede adquirirse una mucho más extensa. Por eso conviene que los profesores de una clase preparatoria de maestros y los instructores de los departamentos de intermedios para arriba instruyan a sus respectivos alumnos en el acertado manejo de la concordancia.

Las aludidas Biblias para maestros contienen también un índice de materias, parecido ala concordancia, que el alumno puede utilizar para hallar las adecuadas referencias escriturales de un determinado asunto. Los asuntos se encuentran dispuestos por orden alfabético, por manera que basta que el alumno busque el asunto que le interese, y en seguida hallará los pasajes que a él se refieren. No es fácil estudiar la Biblia inteligentemente si se carece de la destreza necesaria para el manejo de la concordancia y del índice de materias.

Los maestros de la Biblia deberían valerse igualmente de los mapas para enseñar a sus alumnos a usarlos con destreza. Porque, ¿cómo podría comprenderse bien, por ejemplo, la vida y viajes de Abraham o de Moisés, o de Pablo sin el auxilio del respectivo mapa? Pero no basta que el maestro mismo los emplee, es preciso también que enseñe a sus alumnos a adquirir hábitos y destreza para utilizaros acertadamente.

También hacen falta las obras generales de consulta para estudiar la Biblia inteligentemente, tanto de parte del maestro como del alumno. Un libro o una serie de libros que traten de la historia de la Biblia pueden ser utilísimos para el estudio personal o de conjunto de la Biblia, así como también para el estudio y enseñanza de las lecciones en particular.

Las biografías de los personajes bíblicos, como Abraham, Josué, Samuel, David, y otros héroes del Antiguo Testamento, así como la vida de Cristo, la de Pablo y de otros abanderados del Nuevo Testamento.

La destreza de que aquí tratamos es meramente sugestiva. El maestro debe estar alerta para advertir las necesidades de sus alumnos referentes a cualquier aptitud específica y luego disponerse a facilitarles las actividades que les ayuden a cultivar la necesaria capacidad.